No es fácil encontrar hoy artistas decididamente decantados por el vocabulario de la pintura. Y no es fácil porque el mundo de ahora premia mayoritariamente y anima con denuedo al colectivo que lo compone a progresar desde la palabra metafísica compositiva, a que elabore dentro de los territorios dirigidos al intelecto, que resuelva con prisa sus preposiciones, que ejecute sus trabajos dentro de los formatos establecidos por la moda, o bien, que se adhiera a los caprichos de las conductas demandantes. Aquí no se acaba esto. Únicamente he pretendido recoger a modo de epítome lo que acontece en este tráfago artístico que nos abraza.

Manuel Terán, con mayor consideración aún una vez visto su trabajo, no se somete a la disciplina de los nuevos vocabularios artísticos proliferantes promovidos por los sectores de influencia del medio. En este mundo, y he de partir una lanza por todos ahora, cada cual defiende su postura elegida. Manuel Terán la de retratar fidedignamente, en gran parte dirigido por su compromiso y tendencia personal, retazos fragmentados de sus paisajes más inmediatos, bien la confluencia edificada de dos calles conocidas de una ciudad y todo lo que confluye a su alrededor, bien el registro panorámico de una secuencia alejada donde en lo más cerca se reconocen casas, ignotas agrupaciones urbanísticas y un macizo montañoso al fondo, detalladamente, o porque lo que representa nos obliga a cuestionarnos nuestro lugar en la cotidianidad.

Es la elección de este artista. Una tarea pictórica donde se refleje el sentido demoledor de los vacíos comunicacionales, el aislamiento de los seres humanos en las grandes urbes, la necesidad de los sueños al mirar el horizonte. Manuel Terán en sus pinturas no da cabida a ninguna esperanza, todo lo reduce a la despoblación, a la imposibilidad de la relación entre las personas porque elimina cualquier vestigio de humanidad. Según sus pinturas todo queda reducido a un paisaje desprovisto de sentimientos, despojado de alma. Bien pueden ser los nuevos desiertos de la civilización. Que sus pinturas nos lleven a pensar esto dicen mucho de su contenido y su manufactura. Tal vez en este enjuiciamiento apresurado no debiéramos fijarnos en los fondos probables de estas pinturas y sí enfatizar en sus procesos resolutivos técnicos. Estoy seguro que otros vendrán y destacarán lo que yo no he hecho. Entretanto me reafirmo en considerar que la pintura de Manuel Terán se desenvuelve en los parámetros de la consideración psicoanalítica de la convivencia de los individuos en las urbes, mediante una consecuencia pictórica destacada, especialmente a considerar.

José Manuel Álvarez Enjuto

Alicante, Febrero de 2006.

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Artista Pintor

Licenciado en Bellas artes por la Universidad de Chile. Director de arte del proyecto INTACT, sus obras se han presentado en Museos y Centros de Arte e investigación de España, Francia , Canadá, Suecia, Uruguay, U.S.A , Ecuador, Chile, Italia, Portugal entre otros.

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